Eyzaguirre no podía tomar el mando circunstancias mas difíciles; los empleados y el ejercito se hallaban impagos desde hacia largos meses. La compañía del estanco no pudo cumplir sus compromisos y se tuvo que derogarse el contrato: los acreedores ingleses exigían el pago de los dividendos del empréstito, el país carecía del dinero necesario para hacerse representar en el congreso de panamá; las tropas se amotinaban exigiendo la cancelación de sus sueldos. Empezaba a nacer la más completa anarquía.
La fijación de limites entre las provincias y la determinación de sus capitales, eran fuente de enconadas competencias locales. Las elecciones de gobernadores y de cabildos degeneraron en muchos pueblos en desórdenes, violencias y disputas que ni el ejecutivo del congreso se sintieron capaces de sancionar o de resolver. Mayor ardor se puso en las elecciones de los párrocos, cuyos candidatos solieron apelarse y cometer todo género de violencias, sin retroceder ante el atropello a las autoridades civiles que intentaron contener los desmanes o apaciguar los ánimos. Las propias provincias, que por agravios con la capital se habían entregado en brazos del federalismo, comenzaban a comprender que tal régimen les resultaba impracticable por carecer de recursos propios. Muchos diputados se volvían contra el sistema.
Al mismo tiempo, Eyzaguirre se veía atacado por los extremos opuestos; los federalistas porque no gastaba mayor energía en afianzas el sistema y los anti federalistas en razón de que no resistía abiertamente tal reforma. La aristocracia carecía en esos momentos de organización, de jefes y de programa. De esta situación se aprovecharon los federalistas exaltados. Para contar con el apoyo de la fuerza se atrajeron al coronel Enrique Campino, hombre inquieto, al cual ofrecieron la vicepresidencia: El presidente seria el general pinto, por lo demás, completamente extraño al golpe.
Los federalistas extremistas creían adelantarse a un temido movimiento revolucionario de la aristocracia moderada, a la que ya se daba el nombre de pelucones, y del grupo de los estanqueros que encabezaba Diego Portales. Campino amotinó la guarnición de Santiago en la noche del 24 al 25 de enero de 1827. En el día 25, como el congreso se negase a reconocer su autoridad, penetro a caballo en la sala de sesiones y la hizo desalojar por medio de la fuerza armada. Portales y otros estanqueros fueron puestos oportunamente en prisión. Después de aquellos escandalosos sucesos, la mayoría de los diputados volvió a reunirse en la sala de la corporación y confió a Freire la difícil misión de poner término a aquel desatentado motín; pero nada pudo hacer por falta de tropas seguras. Fue portales quien, desde su prisión logro atraerse al mayor Maruri, quien encabezó la contrarrevolución.
Eyzaguirre dio por terminado su gobierno interno y el congreso presidente Freire vicepresidente al general Francisco Antonio pinto, los que durarían en funciones hasta el 1 de julio de 1829, fecha en la cual deberían estar elegidos los nuevos mandatarios, de acuerdo con la constitución que se dictaría.
lunes, 17 de agosto de 2009
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